lunes, julio 28, 2008

La farándula y peligroso

A pesar de lo poco mediático que podría parecer, y con 'medios' quiero decir televisión, siendo que ni siquiera tengo una caja cuadrada a mi alcance, no puedo descartar algunos –porque muchos no son– encuentros que he tenido en relación al tema y que quisiera compartir con usted, sí, usted, el amable lector (será considerado amable solo si llegó 'al menos' hasta aquí).

Una anécdota que podría estar contando, sin remordimiento alguno, desde la incómoda comodidad de un diván es la que me ocurrió cuando iba por la mitad de mi educación básica. En un sorpresivo paseo de curso, en medio de las clases, fuimos a participar de público (y ojalá hubiera sido sólo de eso) a un programa de TV. Menos de alguno recordará la flatulenta y poco exitosa alternativa de Red TV (en aquel entonces La RED) de Cachureos o Nubeluz, llamada El Show de Yuly, con Yuly Yum Yum, el cual, al igual que sus inspiradores, tenía canciones, baile, personas cubiertas de coloridas espumas plásticas, niños gritando y además concursos. Como fuera de inquieto en aquel tiempo, no era extraño que causase ciertas molestias a los esmerados productores del show, y a sus estrellas principales por cierto, porque junto a otros compañeros le inventamos nombres a uno de los monos y le gritamos gran parte del programa. Pero lo que a aquellos productores les sobraba de experticia y vocación, lo carecían de paciencia y vino un par que me sacó con poco amor, y pasando por alto al menos tres derechos del niño de una vez. Yo quejándome al borde de las lágrimas, y mis compañeros aterrorizados (¿o se reían?) quedando atrás, trataba con todo mi esfuerzo de persuadir a mis represores de no mandarme a la casa, y cuando llevábamos muy poco rato tras las cámaras, sin oírme mucho, me envistieron con un traje que intentaba ser el de un dinosaurio y unos guantes más grandes que mi cabeza, de estructura de la menos fina materia (cholguán), cubiertos de colorida espuma también, y unas asas para portarlos. En las quisieron-ser yemas de los dedos medios, unos clavos de unas dos pulgadas. Así, junto a otro niño que también habían tomado (pero éste por buena conducta, y asumo que a él le preguntaron) y envestido, competiríamos en un concurso de reventar globos colgados, en lo alto, de unos cables que atravesaban el escenario. Antes de salir a concursar nos advirtieron, eso sí, que al terminar la contienda Yuly nos preguntaría por un consejo para los idiotizados televidentes, de la calidad de "que se laven los dientes antes de dormir". Yo me quedé con el ejemplo para decirlo, pues en aquella condición no estaba para ponerme a pensar precisamente en lo mejor para los niños de la casa, sino tal vez en algo para mí, que iba a aparecer ante las cámaras y mis compañeros con un disfraz muy poco envidiable, saltando, con unos guantes que quizás la virgen del cerro pensaría en ponerse en una noche muy fría. Así llegó el momento de actuar, y cuando dieron el vamos, salté frenéticamente una y otra vez. BANG, BANG, y, para mi gran sorpresa, llevaba casi todos los globos rotos, donde mi contendor a su vez había logrado reventar menos de la mitad, pero una lección más impresionante que la simple higiene dental me aguardaba, pues para los niños que se portan mal no se les guardan cosas buenas a futuro: los cables, donde terminaban, estaban sostenidos por un miembro del programa hábilmente puesto fuera de cámara, y cuando me faltaba un globo por penetrar (sí, uno), pude ver su maliciosa sonrisa al levantar el brazo que sostenía el tensor de mi lado, y bajar lentamente el del niño a mi derecha, hasta que por más que esforcé mis poco desarrollados músculos y me sentía enrojecer por completo bajo el disfraz de una vil Spontex, el otro terminó con todos sus globos y me declararon rotundo perdedor de la competencia. Cuando sonó la fanfarria y llegó la misma Yuly a entrevistarnos, escuché que me preguntaba algo y le dije "un saludo pa' mi mami que está en la casa" y salí de toma. Un mes más tarde, en casa de un amiguito, su madre me humillaría contándome lo que ella vio: que perdí, y que cuando me preguntaron por un consejo para los niños de la casa, le mandé un saludo a mi mamá.

Mas no todas mis experiencias al respecto son así de terribles, así que no se piense que esta entrada de blog es para motivar sus –imagino al borde– lágrimas (de risa, pena o bostezos no sé). Más tarde, por el año 1995, se grababa a pasos de mi casa la teleserie Amor a Domicilio, basada en una romántica historia que en gran parte giraba en torno a un Telepizza, y que era protagonizada por Luciano Cruz-Coke, Guido Vecchiola y la –en aquel entonces para mí– divina Alejandra Herrera. Las casas de la última, que encarnaba a una dulce, ingenua, pero llena de carácter Angélica, Sandra O'Ryan, Alfredo Castro y Cristián Campos, eran nada menos que las de mis vecinos. Entonces tuve la suerte de obtener autógrafos de varios de ellos durante algunos meses: uno de Alejandra Herrera que encontré por ahí loco hace unos días en uno de mis cajones, uno de Cruz-Coke que regalé a no sé quién, y uno de Vecchiola, cuya autenticidad fue puesta a prueba en mi colegio por una miembra del fan club de éste, y que finalmente regalé a otra compañera. Era divertido ver siempre gente afuera de la casa. Conocí a algunas personas y de hecho una vez aparecí en pantalla.

Hace casi diez años, cuando iba saliendo de la P.C.E. de biología, me entrevistaron para canal 11. Dije que "no, no estaba difícil… toda la materia estaba en el colegio". Como era de esperarse, después de la infame declaración, no aparecí en el noticiario.

Más tarde, en 2003, tendría la oportunidad de asistir al matrimonio de una amiga de la Paz Bascuñán. Bailé con ella. No hay anécdotas al respecto realmente. Todos bailábamos con todos y de repente me tocó con ella durante algo así como dos canciones. De todas formas es totalmente digno de estar en éste, mi listado de éxitos en el escenario y fuera de él.

Y finalmente en 2006, en la segunda temporada del programa Collage, de Verónica Calabi en Vía X, se le dedicaba una sección a blogs chilenos, y de los Sushi Lights salí nada menos que yo como voluntario para la entrevista. Ésta fue efectuada en mi propia casa. Fue impresionante al llegar del trabajo, y luego de producirme un poco (porque digámoslo así: no hay mucho que hacer al respecto), ver llegar a la van con el periodista y el camarógrafo. Se instaló un equipo de luces, el periodista me preparó medianamente para la entrevista, diciéndome que yo simplemente conversaría con él, pero él no aparecería en cámara. La dinámica era simple. "Yo te hago preguntas, y tú las respondes, pero teniendo en mente que el público sólo verá lo que respondas". Además, tenía que mirarlo a él, y no a la cámara, excepto al principio. Hasta ahí parecía pan comido, pero antes de empezar con la serie de preguntas, yo tenía que decir mi nombre, mi actividad y presentar el blog. Cuando la cosa comenzó, miré a la cámara y dije "Hola, soy Mauricio Arce, Diseñador Gráfico, y mi… o en realidad nuestro blog es Sushi Lights". Ahí cagué. Si no me cree, por favor imagínese mirando a una supuesta cámara y diciendo todo aquello. Era algo tan falso, tan avergonzante, tan estúpido. Y claro, estoy seguro de que dije muchas cosas cuerdas en cada respuesta, pero no lo recuerdo. ¡No recuerdo casi nada de lo que dije! Y claro, luego las conversaciones con amigos que sí han sido entrevistados antes, con cosas como "Jajajaja… cuando te veas, ¡TRATA de entender algo de lo que dijiste!… jajajaja".

Creo que la entrevista no salió al aire. Nunca la vi. No conocí a nadie atento por verla, pero tampoco me lo comentaron, yo mismo me perdí dos o tres programas de la temporada, en los que podría haber salido tal vez, pero sinceramente creo que no la pusieron. Sushi Lights es un buen sitio, y estoy orgulloso de haber estado presente cuando se gestó todo, pero mi entrevista debe de haber sido penosa, en cambio el resto de blogs que entrevistaron para el resto de programas tal vez tuvieron personas mucho más interesantes.

En fin, nunca sabré si salió o no. Solo puedo temer lo peor (ya sea que haya salido o que no haya salido), y hay que decir que esto concluye la intermitente seguidilla de anécdotas televisivas no de la mejor forma, pero la concluye, al menos por ahora.

- peligroso